Aventuras y desventuras de una madre en "sincro" (parte 1)
- cnaphoenixsincro
- 23 oct 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 dic 2019
Un día alguien te dice que a tu hija, que está siempre haciendo volteretas y deseando ir a la piscina, debería probar la sincro, o viendo la tele sale alguna competición (no demasiadas) y tu hija te dice que quiere hacer eso, o al salir de una clase de natación te dice que se aburre de ir de un lado a otro de la piscina y que quiere probar lo que hacen unas niñas en otras calles de la piscina.
Así suele empezar la aventura de la sincro.
Si no eres de esas personas que llevas yendo a las piscinas toda la vida, empieza la aventura de encontrar un sitio donde se practique ese deporte del que tú no tienes ni idea.
Por fin lo encuentras… ¡¡¡ bieeeen!!! No suele haber muchos sitios donde elegir, así que te amoldas a lo que hay, que no está cerca de casa y que los horarios te parecen horribles ¡¡¡ dos horas!!! ¡¡¡ si mi hija tiene siete años!!! Pero bueno, decides que si a tu hija le gusta como no vas a probar.
Lo de la distancia dejas de verlo tan trascendental, haces cálculos y te das cuenta de que sólo son 10 minutos o 15 más de lo que tardabas a ballet o a gimnasia.
Luego está lo de los horarios, te explican, con un vocabulario que aún no alcanzas a entender, que claro entre el tiempo de "seco", "flexi", calentar, natación y sincro, con menos tiempo no da para nada. Y tú que no sabes muy bien de que te están hablando dices que sí, y piensas que tu pobre niña no va a poder soportar el duro invierno metiéndose en una piscina y salir de noche (en invierno a las cinco y media ya es casi de noche y tu hija va a salir a las ocho y media) ¡¡¡¡Pobre mi niña!!!! Y encima ¡¡¡dos horas!!!, con lo pequeña que es no va a poder, se va a cansar y va a salir agotada.
Empiezan las aventuras.
En ese momento tú has asumido tu papel de chófer, las dos horas de entrenamiento aprovechas para hacer la compra, correr con tus otros hijos a otras actividades, dar un paseo, apuntarte a alguna actividad cerca de la piscina (yo reconozco que, aunque llegué a apuntarme a un gimnasio, apenas fui un par de veces y acabé desapuntándome) o tomando un café y charrando con otras madres compañeras de aventuras.
Unos meses más tarde, y viendo que tu hija está encantada con la sincro, tú sigues llevándola porque la ves feliz, ha hecho un grupo de amigas y está encantada, las dos horas se te hacen pesadas a ti, pero a ella no y te empieza a hablar en esa lengua que tú no entiendes (seco, agua, flexi, físico, etc).
Y la pobre niña que no iba a soportar el invierno y esos largos entrenamientos resulta que sale todos los quejándose de que el agua de la piscina está helada y que pasan mucho frío, y te dice eso mientras sale del vestuario con chanclas en los pies y el pelo empapado calándole la ropa en pleno enero y que, pese a que tú estás agotada y deseando llegar a casa, ella se pone a correr y a jugar con sus compañeras y no tiene la más mínima prisa por ir a casa.
Así empieza, ese es el principio, ya estás eres una madre en "sincro".

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